lunes, 3 de junio de 2013

Pequeña


Algunas noches te echo de menos. A ti y a tus trozos de césped seco.
Los besos de buenas noches en las ventanas.
Tu vitalidad, tus ganas de comerte el mundo.
Las margaritas azules.

Tus canciones para dormir, los peluches en la cama.
Tus sábados tardíos.
Tu infantilidad, tus pasos de mayor.
La linterna para las noches oscuras.

Tus zapatos de dinosaurio, tu Rey León.
Tu imaginación lejos de ciudades grises.
Lejos de calles enormes que se llaman Madrid.

La facilidad que tenías para reponerte.
Para aguantar lo que fuera. Tu impropia seguridad.
La manera que tenías de quitarme el cansancio.
Las ganas de cansarme.

Echo de menos que vengas por las noches y te cambies por mi.
Que te lleves este hastío, este no saber.
Que me digas qué tengo que hacer.

Que me cierres los ojos cuando lloro y te quedes en mi cama.
Y no me dejes despertarme.
Que nunca más sea mañana y volvamos a repetir el día hasta que nos salga bien.
Y no me dejes hacer kilómetros.

¿Dónde estás, pequeña Paula, dónde estás?