viernes, 11 de octubre de 2013

Otoño.


Y las ciudades se atardecen. Y eso es así.
Los días se espesan, los cielos cambian.
Y otros mundos nuevos llegarán.

Y me pesas.
Como las gotas de lluvia, que van mojando poco a poco, poco a poco…
Y te inundan una noche de otoño.

Y aún es pronto para decidir si te vas, me voy.
Si yo peso o tú te elevas.

Hay palabras nuevas, miradas nuevas.
Y quizá es temprano para saber hasta dónde se extiende el hilo.
Quizás no nos dé el tiempo, o los minutos sean más una cosa simbólica que poco importa.

Pero ayer te eché de menos.
Abriendo cajas de música, cerrando ventanas.
Tapando los resquicios que filtran el aire.

Supongo que aún es pronto para decidir colores.
Que los principios no siempre son finales, y que cuando llega octubre, volvemos a empezar.
Y cada año es otro más que apuntar en tu diario.

¿Sabes?
Las cosas ocurren por algo.
Tan sólo hay que dejar que pasen los otoños.

Y que las ciudades se amanezcan.