Supongo que nunca es
tarde para cumplir los sueños.
Para encontrar
nuevos significados y aprender a apreciar las diferencias.
Para saber cuándo un
roce quiere decir « quédate conmigo » y cuando quiere decir
« este era el momento y ya ha pasado ».
Para saber qué se
necesita y qué se quiere. Y entender que no siempre van de la mano.
Que quiero de tus
nuevas noches. Y de unos cuantos amaneceres. Y que no lo necesito.
Me gustan los corazones que laten frenéticos. Que se oyen suspirar y se ven rojos. Me gustan las madrugadas y las cosas nuevas que aún quedan por hacer.
La adrenalina, la sangre recorriendo el cuerpo. Los momentos mágicos que… ¡Pum! Ya están.
Los orgasmos ultrasensoriales de cinco segundos.
Me gustan los corazones que laten frenéticos. Que se oyen suspirar y se ven rojos. Me gustan las madrugadas y las cosas nuevas que aún quedan por hacer.
La adrenalina, la sangre recorriendo el cuerpo. Los momentos mágicos que… ¡Pum! Ya están.
Los orgasmos ultrasensoriales de cinco segundos.
Las ciudades me
cambian y vuelvo a ver corderitos en las nubes de carreteras sin final.
Atardeceres rosas en
kilómetros que están lejos de casa.
Y horizontes que se
extienden océanos, ahora que no hay hilos que muevan nada.
La ligereza se
instala y me lleva a planear más allá de momentos tangibles. Ahora puedo soñar,
ahora el mundo entero, es sólo para mi.
Y añoro los días
impares el calor de algunas tardes. Y los lados izquierdos y todas esas cosas
que se van diluyendo en billetes de avión y aires con olor a fresa.
Y siento de nuevo
los pies sobre la tierra. Sobre ese universo que dejé y me ha esperado.
Siento su loca
velocidad, su ardor y su ansía viva por saber.
Y comprendo que el
lapso ha sido sabio y que ha llegado el momento de redecorar algunos caminos.
Y que nunca es tarde
para cumplir sueños.