martes, 6 de mayo de 2014

Nunca es tarde

Supongo que nunca es tarde para cumplir los sueños.

Para encontrar nuevos significados y aprender a apreciar las diferencias.
Para saber cuándo un roce quiere decir « quédate conmigo » y cuando quiere decir « este era el momento y ya ha pasado ».
Para saber qué se necesita y qué se quiere. Y entender que no siempre van de la mano.
Que quiero de tus nuevas noches. Y de unos cuantos amaneceres. Y que no lo necesito.

Me gustan los corazones que laten frenéticos. Que se oyen suspirar y se ven rojos. Me gustan las madrugadas y las cosas nuevas que aún quedan por hacer.
La adrenalina, la sangre recorriendo el cuerpo. Los momentos mágicos que… ¡Pum! Ya están.
Los orgasmos ultrasensoriales de cinco segundos.

Las ciudades me cambian y vuelvo a ver corderitos en las nubes de carreteras sin final.
Atardeceres rosas en kilómetros que están lejos de casa.
Y horizontes que se extienden océanos, ahora que no hay hilos que muevan nada.

La ligereza se instala y me lleva a planear más allá de momentos tangibles. Ahora puedo soñar, ahora el mundo entero, es sólo para mi.

Y añoro los días impares el calor de algunas tardes. Y los lados izquierdos y todas esas cosas que se van diluyendo en billetes de avión y aires con olor a fresa.

Y siento de nuevo los pies sobre la tierra. Sobre ese universo que dejé y me ha esperado.
Siento su loca velocidad, su ardor y su ansía viva por saber.
Y comprendo que el lapso ha sido sabio y que ha llegado el momento de redecorar algunos caminos.


Y que nunca es tarde para cumplir sueños.