Granada es una cápsula en el tiempo.
En el tiempo y en el espacio.
La vida sigue y la tuya… Se para.
Como si las vidas pasaran deprisa y notaras esa aceleración cuando
abres la ventana.
Y la tuya se estanca.
Y tienes esa sensación de pequeño agobio por correr, por
ponerte en la misma posición.
Lo lograrás, sabes que lo lograrás dentro de un mes, cuando
tu vida vuelva a ser la más rápida y tu tiempo el más cotizado.
Estas paredes son el lugar de la comodidad. Podría quedarme.
Podría quedarme y olvidar que tengo una vida rápida.
Podría y no pasaría nada.
Porque al final las vidas se cruzan y la tuya… Observa.
La tuya pende de un hilo el próximo otoño.
Puedes rendirte. Aceptar que has intentado llevar el ritmo y
aún te cuesta.
Puedes quedarte. Siempre puedes quedarte.
Puedes volver. Puedes volver y seguir con tu plan.
Hay quien no lo notará.
Y puedes ver como hay castillos de naipes que se caen y
otros que nacen solos.
Sólo intenta que no caiga nada importante.
Puedes… Podrías…
Podrías quedarte.
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