domingo, 25 de marzo de 2012

Cosas que pasan.

Que la vida te lleva por caminos raros no es ninguna sorpresa.
A menudo tengo la certeza de que cuánto menos probable parece el rumbo, más certero es.

Encontré una caja en mi camino.
En ese camino que recorro desde que decidí hacerme mayor y aprender a cocinar yo sola.
Y aunque a mis ojos era poco probable que la abriera y me encontrara algo interesante, lo hice.
La curiosidad mató al gato, otra vez.


Y era una caja llena de un montón de cosas.
De colores, de sonidos, de olores, de emociones.
De besos, de caricias, de abrazos, de palabras.

Y me entretuve con ella.
Y decidí quedármela en mi viaje.

Y entendí que ya no podría ver la vida de igual forma.
No desde que quise aprender a parar el tiempo en mi habitación.
Y que las horas se callasen.

Porque a veces lo extraordinario, lo asombroso, lo más… Increíble, está en sitios insospechados.
En autobuses, en teterías.

En contar lunares.
Como si fueran constelaciones.

En un mensaje recordándote algo que habías olvidado porque estabas pensando en otra cosa.
En la fórmula exacta para parar el mundo.


Eres la casualidad más perfecta que existe.
La única cosa que me hace reír sin saber muy bien por qué.
Mi única motivación a tirar papelitos por la ventana.

Eres una cosa tan… Tan tú.

Tan… idiota.

Que no tengo palabras para describirlo.

Y lo mejor es eso, que no se puede explicar.

Porque la vida te lleva por caminos raros.
Aunque eso… Ya lo sabes tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario